sábado, 28 de julio de 2012

LA BALADA DEL SOLDADO MUERTO (1995)

BRECHT EN LA ANIMACIÓN II
Tyttö ja Sotamies
(Adaptación libre del poema de B. B.)
Dirección: Katariina Lillqvist
Pa continuar con el miniciclo de animaciones basadas en textos de Bertolt Brecht, échense este excelente cortometraje en stop motion y de pasadita lean la canción en que se inspiró: La balada del soldado muerto fue en su época todo un himno antimilitarista, y llegó a ser prohibida por el "pintor de brocha gorda" (que así es como B. B. apodó a Adolf Hitler, como burlona referencia a los frustrados intentos del dictador por ser un artista plástico)...
Si quieren leer más sobre el dramaturgo alemán, chequen el cuento Los muertos a la mesa, que forma parte del libro El tiempo envejece de prisa, cuyo link para descargar subí en la entrada dedicada a la muerte de Antonio Tabucchi...
LA BALADA DEL SOLDADO MUERTO
Bertolt Brecht


La Paz no se vislumbraba,
la guerra seguía allí.
Y nuestro soldado quiso
heroicamente morir.

El Káiser se puso furioso,
y dijo: "¡No puede ser!
¡Morir con tanto adelanto
implica un mal proceder!".

El cuerpo se deshacía
en lo hondo de la tierra,
y el Káiser dio una orden:
"¡Qué vuelva otra vez a la guerra!".

En comisión reunidos
los de la Sanidad,
Desenterraron los huesos
medio podridos ya.

"¡Levántate!", le ordenaron,
el cielo estaba azul,
y el rostro del soldado
volvióse hacia la luz.

Y sus cuencas vacías
a lo alto dirigió,
y un saludo a la patria
el buen soldado intentó.

Le echaron aguardiente
sobre el cuerpo en pudrición,
y apoyado en dos enfermeras
nuestro soldado avanzó.

El olor que despedía
era de tanta hediondez,
que un cura quemando incienso
fue necesario poner.

Encabezaba una banda
con su estruendo musical,
y el bravo soldado decía:
"Un, dos... De frente... ¡March!".

Con blanco, rojo y negro
a la mortaja pintaron:
los colores de la patria
la mugre disimularon.

Llevando la delantera
iba un señor de frac,
detrás seguía el soldado:
"Un, dos... De frente... ¡March!".

Los perros, gatos y burros
no pueden dejar de asistir,
también para ellos es válido
lo de "vences o morir".

La gente se halla ansiosa
por ver lo inesperado,
y el bravo soldado avanza
lo mismo que un mono drogado.

Las niñas en los balcones
se asoman sin menoscabo,
esplende en el cielo la luna,
y todos gritan "¡Bravo!".

Atraviesa el soldado los pueblos,
mas nadie lo alcanza a ver:
¡Hay tantos que lo rodean
vitoreándolo a más no poder!

Le bailan, le cantan en torno,
y a él nadie ya lo ve más;
quizás las estrellas lo vean
de lo alto del cielo, ¡quizá!

Después las estrellas se apagan,
la aurora se apresta a surgir,
y el bravo soldado está pronto,
por última vez, a morir.

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