UNA GUÍA TURÍSTICA PARA CINÉFILOS DESCEREBRADOS
(Arriba, El triunfo de la muerte, de Pieter Brueghel el viejo. Abajo, detalles de la misma obra)
Hacia finales de la edad media europea, entre la peste negra, las hambrunas y sequías, el yugo de la iglesia y las guerras sin fin; se hizo popular el tema de la Danza de la Muerte.
En grabados de xilografía, en los muros de panteones e iglesias, los esqueletos salían de sus tumbas para invitar o forzar a bailar con ellos al campesino y al papa, al artesano y al soldado, al esclavo y al rey.
Anunciada por el Apocalipsis cristiano, la resurrección de los muertos causa más espanto que esperanza. Los occidentales suelen ver en la muerte degradación y destrucción, y no un proceso de aprendizaje para el alma inmortal en la que dicen creer pero, a juzgar por su cine, no confían mucho. “El fin no es ningún proceso”, escribió Thomas Bernhard.
A mediados del siglo XVI, Pieter Brueghel el viejo (sospechoso de pertenecer a la herética secta “Schola Caritatis”) pintó una obra que es toda una película antes del cine: El triunfo de la Muerte.
Brueghel, quien como artista se interesó en el hombre “no como individuo, sino en su aspecto colectivo, como ente formando parte del conjunto de la sociedad”[1](interés que heredaría la mayoría del posterior cine zombi de calidad), alcanzó en El Triunfo... una fuerza macabra tal vez incluso superior a la de su maestro, El Bosco; pues las pesadillas híbridas de animal, objeto y planta de este último no dejan de parecer fantásticas; mientras los cadáveres de Brueghel tienen un aire de inquietante realidad.
Bajo un cielo crepuscular y frente a un mar con barcos a pique, un ejército anónimo e impersonal de esqueletos invade el mundo de los vivos, quienes son llevados hacia una máquina donde al parecer serán molidos y triturados. A lo lejos, cadáveres cuelgan de las horcas. Cerca, una calavera está a punto de cercenar una carnosa cabeza, mientras un rey se aferra inútilmente a su oro. Y todo transcurre en el silencio aterrador de la pintura, interrumpido sólo por el trovador que le canta una última canción a su amante, y por la campana que toca un solitario esqueleto. En mi subjetivo y arbitrario “top” de cine zombi, sin dudar le doy a El triunfo de la muerte el número 1, aunque sea una pintura.
Ya propiamente en el cine, el esqueleto será sustituido por zombis debido a causas obvias: Es mucho más fácil y barato maquillar a un vivo para que parezca en estado de descomposición, que animar a un esqueleto.
La mayoría de las películas del sub-género zombi son meros churros, y pocas alcanzan la altura de obras maestras. Pero aún así, las hay, y entre ellas están algunas de las creaciones más originales y atrevidas de la historia del cine:
[1] Historia del arte. Salvat. Tomo VII.
Anunciada por el Apocalipsis cristiano, la resurrección de los muertos causa más espanto que esperanza. Los occidentales suelen ver en la muerte degradación y destrucción, y no un proceso de aprendizaje para el alma inmortal en la que dicen creer pero, a juzgar por su cine, no confían mucho. “El fin no es ningún proceso”, escribió Thomas Bernhard.
A mediados del siglo XVI, Pieter Brueghel el viejo (sospechoso de pertenecer a la herética secta “Schola Caritatis”) pintó una obra que es toda una película antes del cine: El triunfo de la Muerte.
Brueghel, quien como artista se interesó en el hombre “no como individuo, sino en su aspecto colectivo, como ente formando parte del conjunto de la sociedad”[1](interés que heredaría la mayoría del posterior cine zombi de calidad), alcanzó en El Triunfo... una fuerza macabra tal vez incluso superior a la de su maestro, El Bosco; pues las pesadillas híbridas de animal, objeto y planta de este último no dejan de parecer fantásticas; mientras los cadáveres de Brueghel tienen un aire de inquietante realidad.
Bajo un cielo crepuscular y frente a un mar con barcos a pique, un ejército anónimo e impersonal de esqueletos invade el mundo de los vivos, quienes son llevados hacia una máquina donde al parecer serán molidos y triturados. A lo lejos, cadáveres cuelgan de las horcas. Cerca, una calavera está a punto de cercenar una carnosa cabeza, mientras un rey se aferra inútilmente a su oro. Y todo transcurre en el silencio aterrador de la pintura, interrumpido sólo por el trovador que le canta una última canción a su amante, y por la campana que toca un solitario esqueleto. En mi subjetivo y arbitrario “top” de cine zombi, sin dudar le doy a El triunfo de la muerte el número 1, aunque sea una pintura.
Ya propiamente en el cine, el esqueleto será sustituido por zombis debido a causas obvias: Es mucho más fácil y barato maquillar a un vivo para que parezca en estado de descomposición, que animar a un esqueleto.
La mayoría de las películas del sub-género zombi son meros churros, y pocas alcanzan la altura de obras maestras. Pero aún así, las hay, y entre ellas están algunas de las creaciones más originales y atrevidas de la historia del cine:
[1] Historia del arte. Salvat. Tomo VII.
5- EL MÁS ALLÁ (The beyond)
Director: Lucio Fulci. Italia. 1981 (También conocida en México como Las 7 puertas del infierno).
Director: Lucio Fulci. Italia. 1981 (También conocida en México como Las 7 puertas del infierno).
(Arriba, fotogramas de El más allá: Los paisajes del infierno)
Según el libro de Eibon existen siete puertas al infierno, y una de ellas se sitúa en el hotel donde se desarrolla esta película de Lucio Fulci.
El rey del spaghetti zombi crea aquí un clásico ochentero, colorido, vanamente violento, explícitamente gore, con algo de humor involuntario y uno de los mejores finales del cine de horror.
El rey del spaghetti zombi crea aquí un clásico ochentero, colorido, vanamente violento, explícitamente gore, con algo de humor involuntario y uno de los mejores finales del cine de horror.
Un Pintor visionario que hace paisajes “reales” del infierno, ejércitos de tarántulas de plástico que devoran detalladamente las caras, torturas y mucha sangre sazonan el plato sucio que nos ha preparado Fulci.
Este artesano de la sangre murió “con más pena que gloria”[1] en 1996, cuando empezaba a volverse un artista de culto.
Otras de sus obras importantes son Zombi 2 (1979), Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980), Aquella casa al lado del cementerio (1981), y Un gato en el cerebro (1990).
Tambien realizó westerns y "giallos" ricos en personalísimas escenas sangrientas, donde a menudo se trata el tema de una doble culpa en los crímenes: la de los verdugos y la de los transeúntes indiferentes a los gritos de las víctimas.
El cine de Fulci, de una fuerza moral a la que han sido ciegos la mayoría de sus criticos, es una estampa pesimista de la condición humana y de la vida.
[1] Sangre, sudor y vísceras. Historia del cine gore. Manuel Valencia y Eduardo Guillot. Editorial la máscara.
(ARRIBA, TRAILER DE EL MÁS ALLÁ)
En you tube se puede bajar completa (en 9 partes, pues) su película Zombi 2 en español, aparte de los soundtracks de The beyond y de Zombi 3...
(Top 5 de cine zombi se publicó en el número más reciente de EL ÁNIMA DE SAYULA -Primer revista electrónica en español de literatura humorística, satírica y de mal gusto-: http://mx.groups.yahoo.com/group/elanimadesayula/ )
(Top 5 de cine zombi se publicó en el número más reciente de EL ÁNIMA DE SAYULA -Primer revista electrónica en español de literatura humorística, satírica y de mal gusto-: http://mx.groups.yahoo.com/group/elanimadesayula/ )
2 comentarios:
Buena, excelente comentario de la gran obra "El triunfo de la muerte" nunca la había analizado tan a fondo. Me recordaste al tema "dance of death" de iron maiden.
Sigue posteando, que seguiremos leyendo.
La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.
Epicuro de Samos.
Excelente, me encantas todas estas pinturas y mas poder ver bien esos detalles de este maestro.
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