'XANTO. NOVELUCHA
LIBRE',
José Luis Zárate. Ediciones Castillo. 2015(Re-edición).
“Una novela extraordinaria. Humor, aventuras y hazañas
sobrehumanas por uno de los grandes maestros de la imaginación fantástica en
México.”
(Alberto Chimal sobre Xanto)
“Primero: la infantería. Soldados que
despertaron ignorantes de que habían sido reclutados abrieron los ojos (los que
aún los tenían), rodeados de oscuridad y tierra. Cadáveres en varios estados de
putrefacción que empezaron a moverse sin previo aviso y que provocaron más de
un sustazo entre los gusanos que se alimentaban de ellos. El primer batallón
(el único, por el momento) se encontraba sepultado en el panteón municipal de
la ciudad de Puebla. Tenían una orden precisa: reunirse al toque de diana al caer
la noche: Para ello debían salir de sus tumbas, escapar de sus nichos, abrirse
paso a través de las criptas.
Hubo quienes tuvieron el trabajo más
elemental: sólo debían salir de sus ataúdes de madera y apartar tierra nueva.
Algunos cuerpos no eran aptos para las filas, sobre todos los esqueletos que se
deshacían en sus patéticos esfuerzos por avanzar como una unidad y no como una multitud ósea; o la ceniza de
los cremados que se deslizó de sus contenedores, avanzó como un viento oscuro y
fue a formarse en inofensivos montoncitos grises, eso sí, dispuestos a la
batalla.”
(José Luis Zárate. Xanto, Novelucha Libre)
Hace tiempo que no me topaba con
una descripción tan precisa y a la vez tan divertida de los zombis, como la que
encontré en el libro Xanto. Novelucha
libre, de José Luis Zárate.
Cuando joven, soñaba con alguna novela
que combinara el cine de luchadores y de terror mexicano de serie B de los 50s
y 60s, con los monstruos de Lovecraft, los chistoretes de Terry Pratchett, los films noir y las novelas pulp de ciencia
ficción, “sabiendo”, según yo, que nunca encontraría producto literario tan
deleitable y absurdo, que era un sueño guajiro, una chaqueta hipsterchaira,
como la de que hubiera justicia social en México, y cosas así… Pero la que
resultó guajira fue mi sabiduría, porque SÍ existe dicha novela.
Y es de factura poblana. ¡Agüelito,
soy tu nieto!
El libro se deja leer en una
sentada (lo cual es un decir: me la eché aproximadamente, sacando cuentas, en
unas ocho sentadas de viaje en micro). Se agradece una novela cuya trama se
desarrolle en una ciudad real del país, y qué mejor que leer esta novelucha libre mientras el microbús me
pasea morosamente por las mismas calles y barrios que pinta la narración.
Pero aún más se agradecen los
personajes, tanto los secundarios (los memorables Acevedo, el fotógrafo de nota
roja, y Conchita, la ‘ñora’ de las
limpias), como, sobre todo, los protagonistas. Porque el muchacho chicho
de la película gacha es, nada más y nada menos, que Xanto, el enmascarado de
oro, el ídolo de las multitudes! Así es, señoras y señoras, Xanto es un
homenaje a Santo, el enmascarado de plata,
el luchador y actor que en alrededor de cincuenta películas combatió contra
marcianos, mujeres vampiro, mujeres lobas, zombis, doctores chiflados,
profanadores de tumbas, frankesteins, lloronas, karatecas, brujas, asesinos de
la televisión y demás calaña maldadosa, uno de los principales iconos del cine
fantástico mexicano.
(Aprovecho para mencionar dos
películas de El Santo que asegún yo ningún friki que se precie de serlo debería
perderse: El Hacha Diabólica (1964) y
El mundo de los muertos (1969, acompañado
del gran Blue Demon, ¡arriba los rudos!)
Y en la otra esquina, sus enemigos:
los Dioses-Monstruo de más allá de las dimensiones, las fuerzas de la Gran
Oscuridad, El Visitante y su lovecraftiana cohorte de demonios.
Una novela publicada por primera
vez en 1994 que se adelantó a la new
weird y a otras corrientes “postmodernas” de la literatura fantástica.
Ahora son comunes los relatos con superhéroes o con monstruosos primos lejanos
de Cthulhu, pero en aquel año, el escribir sobre esos temas, al menos en
México, era tan culposo como el haber pertenecido al clan Mason, o al de Sergio
Andrade.
El autor, José Luis Zárate, es
por derecho propio uno de los grandes de la literatura fantástica en el país.
Junto con Horacio Gerardo Porcayo (Autor de la primera novela ciberpunk mexicana:
La primera calle de la soledad, de 1993)
fue el animador dela revista electrónica de ciencia ficción La langosta se ha posado.
El primer libro que leí de Zárate fue Hyperia (1999), cuentos de ciencia
ficción que se quedan en la mente con su densa y muy lograda atmósfera. Xanto. Novelucha libre, forma parte de
la trilogía de novelas “las fases del mito”, junto con La ruta del
hielo y la sal (1998, sobre el conde
Drácula) y Del
cielo oscuro y del abismo (2001,
sobre los superhéroes anglosajones). En cuanto
consiga esos títulos me los chuto y los reseño aquí.
Xanto... es uno de
los textos publicados a finales de siglo que abrieron nuevos caminos para la
literatura mexicana y la liberaron de los prejuicios del “realismo sucio” y de
la “literatura seria”. Otras novelas pioneras de aquellos años son la ya
mencionada La primera calle de la soledad,
así como Tiempo lunar, de Mauricio
Molina (1993), o Pisot, los dígitos
violentos, de Isaí Moreno (2000).
Algo que diferencia notablemente a José Luis Zárate de otros
autores de México y del mundo que por esas fechas combinaban temas de terror,
fantasía y ciencia ficción, es el humor. Al pesimismo nocturno de la New Weird anglosajona, llena de ciudades
apocalípticas, apestosas e infames, Zárate contrapone un humor diurno y un amor
sincero por su ciudad de origen y por sus lerdos habitantes.
El subtítulo del libro, “Novelucha
libre”, es en sí mismo todo un manifiesto
artístico de malísimas y sanas intenciones –‘No’ a la literatura preconcebida
como sagrada, ‘si’ a la literatura sin culpa alguna de ser ligera de cascos-,
como lo fue el título de la primera película de Peter Jackson, Bad taste (Mal gusto, 1987).
Xanto.
Novelucha libre, es la película del Santo
definitiva, es esa cinta que debió salir en los cines durante los noventa, pero
que nunca la pasaron, porque el Santo ya había muerto.
Para la literatura, la muerte de un actor no es razón
suficiente para quitarle el protagónico.
Y el Santo era mucho más que un actor.
Era el ídolo de las multitudes. El chingón de chingones.
¿Acaso hay alguien, aparte de Wolf Ruvinskis o de Black
Shadow, que se atreva a ponerlo en duda?
¿Acaso existe hombre, aparte de El Santo, que pueda salvar al
mundo de las mujeres vampiro y al mismo tiempo logre evitar el ahogarse en los ojos de Lorena Velázquez?
La nueva edición del libro, con buen diseño e ilustraciones
del caricaturista e historietista Bef, hace aún más agradable la lectura.
Frente a mi cama, sobre una silla rota adaptada como mesita y
porta-laptops, hay más novelas mexicanas escritas no hace mucho, cuya lectura
ha sido gozosa y cuyas reseñas iré subiendo a este blog pasado de moda: Ciudad Espejo, Ciudad Niebla, de Gerardo
Horacio Porcayo; Charras, de Hernán
Lara Zavala; Las Bestias Negras, de
Jaime Mesa, entre otras.
Leer Xanto, Novelucha
Libre, es como ver una superproducción cinematográfica con muchos
catorrazos y enredos, una historia “de monstruos y sombra” al ritmo del surf y
de música de theremin.
1 comentario:
Publicar un comentario