viernes, 28 de agosto de 2015

10 LIBROS DE CIENCIA FICCIÓN PARA LEER ANTES DEL FIN DEL MUNDO

(Arriba; Hellstar Remina, de Junji Ito)
La siguiente no es una lista de los diez mejores libros de ciencia ficción publicados hasta la fecha. Para hacer un conteo así debería agregar más títulos canónicos y desechar algunos de los que más me han divertido, supongo.
No incluí ningún libro de Philip K. Dick (deberían estar al menos Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch y Cuentos Completos V) porque planeo dedicarle a este autor su propia entrada, que saldrá en breve.
Tampoco incluí ningún título de historieta. Muchas de las mejores historias de ciencia ficción son cómics (El Eternauta, El Incal, Hom, Uzumaki, Hellstar Remina…).
Luego de acabar la lista, noté que, curiosamente, tres de los libros mencionados (Matadero 5, Hombres Salmonella en el Planeta Porno, Los Huevos Fatídicos), podrían también formar parte de un “LOS 10 LIBROS DE HUMOR QUE ESTÁN PARA MORIRSE DE RISA”, que subiré próximamente.
La numeración es cien por cien arbitraria y casual. No se sigue un orden de mejor a menor, ni viceversa.
¿Qué más decir? Que la lectura de estas obras me ha dado algunos de los mejores momentos de mi no-vida.

1-'Matadero 5', de Kurt Vonnegut

Matadero 5 o La Cruzada de los niños. Slaughterhouse Five. Kurt Vonnegut. 1969.


"Si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Sólo los pájaros cantan. ¿Y qué pueden decir los pájaros? Todo lo que puede decirse sobre una matanza; algo así como: ¿Pío-pío-pí?"    

(Kurt Vonnegut Jr. Matadero 5)


Kurt Vonnegut era un escritor que mezclaba eficazmente la ciencia ficción con un humor de lo más negro y sardónico. Matadero 5, escrito para exorcizar los recuerdos del autor sobre la guerra, es considerada su principal novela:
“La experiencia de Vonnegut como soldado, y luego como prisionero, durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo una gran influencia en su obra posterior. Fue capturado por tropas alemanas el 14 de diciembre de 1944. Como prisionero, vivió en primera persona las consecuencias del bombardeo de Dresde que destruyó la mayor parte de la ciudad alemana. Vonnegut fue uno de los siete prisioneros de guerra estadounidenses que logaron sobrevivir en Dresde, en un sótano destinado a empaquetar carne, llamado Matadero Cinco. “Una destrucción completa,” recordaría más tarde. “Una matanza inconcebible.” Los nazis lo pusieron a trabajar apilando cuerpos para enterrarlos en fosas comunes pero, según explica Vonnegut, “había demasiados cuerpos que enterrar, así que los nazis prefirieron enviar a unos tipos con lanzallamas. Todos esos restos de víctimas civiles fueron reducidos a cenizas”. (https://planetaeris.wordpress.com/)
El personaje de la novela es un tipo ridículo y anodino que, después de ser raptado por extraterrestres que dominan la cuarta dimensión, viaja en el tiempo saltando sin orden cronológico de un suceso de su vida a otro. Y esa es la estructura de la novela, que se desenvuelve en saltos en el tiempo e historias distintas. Lo que primero puede parecer confuso, se va intensificando y aclarando al pasar las páginas.
Matadero 5 combina la novela histórica, la novela satírica y la de ciencia ficción. Una de las tantas cosas que nos enseña Vonnegut en este libro es que, si se escribe sobre la guerra, debe dejarse claro que esta huele a mierda y a muerte, no a héroes.
Humor negro y humanismo, gran relato antibélico. Una obra maestra.


2-'Los Genocidas', de Thomas Disch

Los Genocidas. The Genocides. Thomas Disch. 1965.
“-Matar.
-Sí, a todos los demás, tuvimos que hacerlo.
-¿A las mujeres también?
-Es que tuvimos que hacerlo, ¿entiende? Papá lo explica mejor que yo, pero si no lo hiciéramos, vendrían los demás, muchos, todos juntos, y están muy hambrientos, y no tenemos comida suficiente, ni siquiera para nosotros. El invierno es tan frío. Lo comprende, ¿verdad?”
(Thomas Dish. Los Genocidas)


El mundo ha muerto. Pero no todo el mundo, solo el humano, que ha sido barrido y derrotado por plantas gigantescas, al parecer de origen extraterrestre, que crecen abundantemente, por todos lados (en realidad POR TODOS LADOS), destruyendo los edificios y las ciudades al brotar, ahogando a la flora y fauna terrestres, desecando y chupando la tierra. ¿Será que un jardinero divino o alienígena ha escogido a nuestro mundo para sembrar sus sui-géneris cultivos, y ahora los humanos, que antes reinaban en el planeta, se han visto reducidos a ser simples plagas de jardín, pequeños pulgones que tienen que ser exterminados por un gigantesco campesino? 

No es posible enfrentarse al invasor. Ni siquiera ha sido visto, sólo esas plantas que forman terroríficos bosques extraterrestres.

El hombre en situaciones límites, como en una película de zombis, se inclina cada vez más hacia los bajos instintos, la desidia, el egoísmo y la crueldad.
El tema de una invasión extraterrestre llevada a cabo por plantas me recuerda a otro título clásico de la CF: El día de los trífidos, de John Wyndham (Por cierto, de este último libro se fusiló mucho José Saramago para su novela Ensayo sobre la ceguera, a mi parecer)
Thomas Disch murió relativamente hace poco (1940-2008), lo mismo que Frederik Pohl (1919-2013) y que Kurt Vonnegut (1922-2007). Da gusto ver que esos autores, considerados en otros tiempos meros realizadores de novelitas pulp, son ahora de culto.
Los Genocidas es el réquiem por el fin de una especie, la humana, que quizá no debió haber existido, pero que si existió o no a nadie le importa: su extinción es tan poco importante como la de cualquier anémona o escarabajo dominguero.


3-'Pórtico', de Frederik Pohl

 Pórtico. Gateway. Frederik Pohl. 1977.

“De todos modos, esto es la vida, una experiencia educativa detrás de otra, y cuando terminas con todas las experiencias educativas te gradúas y el diploma que recibes es la muerte.”
(Frederik Pohl. Pórtico)

En un futuro próximo, la tierra está colapsando por la sobrepoblación, el hambre y la crisis energética. Las únicas fuentes de alimentos son los cultivos de algas y las minas de hidrocarburos. En una de estas minas, condenado por siempre a la miseria, con un trabajo deplorable heredado por el padre, empezó la vida del protagonista de esta novela, Robinette Broadhead, quien, gracias a un golpe de suerte, pudo emigrar a Pórtico y ahí tener una oportunidad de hacerse millonario.
“Pórtico” es el mote de un asteroide donde los humanos encontraron restos tecnológicos de una civilización alienígena extinta, los Heechee, quienes descubrieron una forma de viajar por el universo saltando la frontera natural de los viajes espaciales (debida a los años luz que nos apartan incluso de las estrellas más próximas).
Por medio de viajes suicidas, los humanos se suben a las naves abandonadas por los Heechee y realizan al azar, sin entender la tecnología extraterrestre, viajes que pueden llevarlos lo mismo a grandes descubrimientos y a la riqueza, que a la muerte, o a algo peor.
La culpa y la ambición son dos temas esenciales en esta novela, con la que se puede sentir identificado cualquiera que haya ocasionado graves daños a otros. No extraña que un libro de CF trate los mismos temas que El Gran Gatsby -guardando las distancias-, porque el capitalismo, el consumismo y el modo en que estos destruyen y corrompen la existencia, fueron preocupaciones no sólo de Frederik Pohl (que ya había tratado el asunto en Mercaderes del Espacio) y Francis Scott Fitzgerald, sino también de muchos otros escritores estadounidenses del siglo pasado.
Algo más identifica esta novela con la literatura de su época: el recurso del collage, el incorporar al relato trozos de notas periodísticas, entrevistas, artículos, anuncios, etc., que ayudan a dar contexto y atmósfera a la trama, técnica utilizada anteriormente con éxito por John Dos Passos y, en el mundillo de la CF, por John Brunner en Todo sobre Zanzíbar.
La historia se desarrolla en dos líneas narrativas: Una en el presente de la novela, cuando el protagonista, ya enriquecido, asiste a terapia con un robot sicoanalista; y otra en el pasado, contado en flashbacks. Ambas líneas terminan convergiendo a modo de embudo, un embudo que asfixia de frustración a Broadhead.
Algunos de los enigmas sobre los Heechee se aclaran en posteriores continuaciones que forman una morosa saga cuya lectura yo no recomiendo, pero Pórtico es completamente autoconclusiva, y se basta a sí misma en su tristona singularidad. Un pequeño clásico.

 

4-'La Máquina del Tiempo', de H. G. Wells

La Máquina del Tiempo. The Time Machine. Herbert George Wells. 1895


“De la vasta y diversa biblioteca que nos dejó, nada me gusta más que su narración de algunos milagros atroces: The Time Machine, The Island of Dr. Moreau, The Plattner Story, The First Men in the Moon. Son los primeros libros que yo leí; tal vez serán los últimos… pienso que habrán de incorporarse, como la fórmula de Teseo o la de Ahasverus, a la memoria general de la especie y que se multiplicarán en su ámbito, más allá de los términos de la gloria de quien los escribió, más allá de la muerte del idioma en que fueron escritos.”
(Jorge Luis Borges sobre H G Wells)

Borges, que admiraba profundamente a H G Wells, se lo imaginaba a veces como un creador de mitos modernos. Las leyendas que este autor inglés articuló –la invasión extraterrestre, la máquina del tiempo, el hombre invisible-seguirán existiendo, según Borges, como parte del repertorio narrativo humano, mucho después que el nombre de Wells e incluso la lengua inglesa se hayan olvidado.
Es relativamente fácil imaginarse a los chamanes creadores del mito de Prometeo, de Medusa y Perseo, a los bisabuelos de Herodoto y Esquilo, como hombres viejos, antediluvianos, tremendamente barbudos y sabios, que narraban por primera vez aquellas historias arquetípicas rodeados por hombres casi simiescos, de tan antiguos, sentados alrededor de una fogata.
Un poco más difícil es imaginarnos a aquellos fundadores de la literatura como jóvenes cagapañales menores de 30 años. 29 era la edad que tenía Wells cuando publicó en 1895 The Time Machine, su primera novela.
El relato tiene algunas mellas propias de la juventud, pero la velocidad, el sabio suspense, decenas de aciertos 100 % pulp (como esas razas involucionadas), la desconfianza hacia la tecnología, y ese final  crepuscular, que entronca con el mejor horror cósmico a lo W H Hodgson, todo eso lo convierte en un libro que no ha perdido su fuerza, el primer título de la ciencia ficción moderna, el fin de la inocencia.
Maestro Wells. Cuando el cristianismo haya caído, cuando hayan pasado tantos milenios que nadie sepa que significan los nombres de Jehová, Buda, Alá, Yavhé o Rama, tus mitos seguirán vigentes.

5-'Los Huevos Fatales', de Mijaíl Bulgákov

Los Huevos fatales. Роковые яйца. Mijaíl Bulgákov. 1924

Todo poder es una violencia ejercida sobre las personas.” 
(Mijaíl Bulgákov)

Mijaíl Bulgákok, considerado uno de los maestros de la literatura rusa del siglo XX, fue también un gran escritor satírico que incursionó en la ciencia ficción, como Yasutaka Tsuitsui, Kurt Vonnegut o Frederic Brown. Se veía a sí mismo como un heredero de la literatura-caricatura de Nikolai Gogol.
En corazón de perro (1925), describe con humor negro cómo uno de estos animalitos se vuelve malvado, egoísta, estúpido y cruel, luego de un experimento en que le hacen una neurocirugía para trasplantarle a su caja craneal el cerebro de un ser humano.
Pero es tal vez en Huevos Fatales (1924) donde la sátira se torna más sórdida y pesimista.
A partir de una idea sacada de la novela El alimento de los Dioses, de H G Wells, el escritor ruso construye una alegoría sobre el avasallador peso de la estupidez en la historia de la humanidad.
A pesar de ser el primer relato que publicó Mijail Bulgákov, Los huevos fatales no es un ejercicio de aprendizaje. No sólo están en él todos los temas que obsesionaron al escritor ruso, sino que la mezcla de humor negro y ciencia ficción logra un suspenso pocas veces igualado en otras obras del mismo autor. Por su claridad satírica recuerda a otras operas primas, como El cuento del tonel, de Jonathan Swift.
Los huevos fatales es una vuelta de tuerca al Frankenstein (1818) de Mary Shelley. La novela británica – otra gran opera prima-, aparte de sus innegables virtudes, tiende en ocasiones a un simplismo moral colindante con el pensamiento reaccionario, que condena a la ciencia como ofensa a Dios.
Dos siglos después, el ruso consideró que no era posible un juicio tan sencillo y lapidario sobre un tema tan fundamental para el futuro de nuestra especie: La obligación moral del científico frente a sus descubrimientos y creaciones. El profesor Persikov es un ser tímido y sencillo, no una caricatura mesiánica y megalomaníaca de la tendencia humana a conocer el porqué de su destino, y a mejorarlo. Su culpa reside en que se aísla tanto en su especialización, que se niega a sí mismo la oportunidad de ver más allá de su burbuja de cristal.
Para Bulgakov, tanto o más culpables de las catástrofes que los científicos, son el aparato burocrático que controla y presiona la dirección de sus experimentos, por un lado, y la gente ignorante y supersticiosa, que se inclina con igual facilidad a alabar o condenar lo que no entiende -es decir, a juzgar en lugar entender-, según se lo dicten la propaganda y los medios de comunicación en turno.
…Tampoco hay que olvidar la influencia del estúpido azar en el destino humano.


6-'Hombres Salmonela en el Planeta Porno', de Yasutaka Tsutsui

Salmonella men on planet porno. Poruno Wakusei no Sarumonera Ningen. Yasutaka Tsutsui. 2005

“El hueso temporal y el pómulo de Yonke se estrellaron contra la pared hechos añicos. La cabeza quedó totalmente aplastada. Se oyó un ruido enorme como no se había oído hasta entonces, la pared retumbó y destelló el fluorescente del techo. La cara aplastada de Yonke se quedó pegada a la pared.
Por la fuerza de adhesión de los músculos; los dos ojos se salieron de sus órbitas y cayeron hasta debajo de la barbilla, y esa cara, que ya no podía considerarse como tal, se quedó mirando la sala con rencor, al tiempo que las extremidades colgaban extenuadas. Los dientes blancos partidos, dispuestos en dos filas sobre la pared, parecían gusanos, y la sangre y los sesos que salían de los orificios nasales abiertos y alineados justo delante, como si se tratara del hocico de un cerdo, estaban desparramados en forma radial dibujando una especie de estrella marina de color marrón rojizo en la pared verde pálido. De aquella cara, que, tanto de frente como de costado, plana o tridimensional, se asemejaba a un personaje picassiano, sólo sobresalía de la pared la lengua rosada, que parecía el pene de un perro empalmado.”
(Yasutaka Tsustsui. Maneras de morir)

De joven, Yasutaka quiso ser comediante y empezó a escribir imaginando que aquellos cuentos eran los guiones de sus absurdos y enrevesados monólogos de payaso japonés. Sus historias parecen salidas de chistes cotidianos y variles, no de los libros. Al mezclar ese humor gamberro, más cercano a la comedia antigua, escatológica y grosera de Aristófanes, con tramas y estructuras de la ciencia ficción, el resultado fue algo pocas veces visto.
Yasutaka Tsutsui escribió las novelas en las que se inspiraron dos de mis películas favoritas de ciencia ficción de todos los tiempos: Paprika (Dirigida por el gran Satoshi Kon, fallecido en 2010) y La Chica que saltaba a través del tiempo (Toki wo kakeru shōjo, dirigida por Mamoru Hosoda), estrenadas ambas en el mismo año, 2006. Las dos cintas son animes protagonizados por mujeres entrañables y tienen estructuras muy enrevesadas y paranoicas. Películas algo desquiciadas -lo que hace que me gusten más-, pero que no dejan de tener una fuerte carga de melancolía y de reflexión filosófica.
Hasta ahora se han publicado en español dos antologías de sus cuentos (ambas se pueden conseguir en la red):
1-HOMBRES SALMONELA EN EL PLANETA PORNO (Poruno Wakusei no Sarumonera Ningen. Editorial Atalanta. 2008).
Contiene 1 novela corta y 5 cuentos, de los cuales mis preferidos son EL LÍMITE DE LA FELICIDAD, EL MUNDO SE INCLINA y SALMONELA EN EL PLANETA PORNO (Novela corta).
2-ESTOY DESNUDO (Ore wa hadaka da. Editorial Atalanta. 2009).
Recopilación de ocho relatos, de los cuales mis preferidos son MANERAS DE MORIR, ARTICULACIONES, LA LEY DEL TALIÓN y LA EMBESTIDA DEL AUTOBÚS LOCO.
Aprovecho para recomendar otro cuento de Yasutaka Tsutsui que se puede encontrar en la red (está en mi página de Scribd): MUJERDE PIE.

7-'Hiperión', de Dan Simmons

Hiperión. Hyperion. Dan Simmons. 1989.

"—Claro. De acuerdo con el evangelio del Culto del Alcaudón difundido por los aborígenes, el Alcaudón es el Señor del Dolor y el Ángel de la Expiación Final, venido de un lugar allende el tiempo para anunciar el fin de la raza humana. Me gustó esa figura.
—El fin de la raza humana —repitió Billy.
—Sí. Es San Miguel Arcángel, Moroni, Satán, la Entropía Enmascarada y el monstruo de Frankenstein en un solo paquete. Merodea por las Tumbas de Tiempo a la espera de salir y causar estragos cuando a la humanidad le llegue el turno de figurar en la lista de Grandes Éxitos de la extinción, junto con el pájaro dodo, el gorila y el cachalote.”
(El Alcaudón, por Silenus el poeta. Dan Simmons. Hyperion) 

La New weird es una de las supuestas nuevas corrientes o sub corrientes de la ciencia ficción (bueno, “nuevas” hace década y media. Ha llovido desde entonces). 
Como la Weird Fiction de la que proviene, aunque con una mayor atención por la forma y el estilo, combina elementos de terror con características y tramas de la CF, receta que ha producido algunas de las mejores historias escritas (y filmadas) dentro del género.
Si autores como Lovecraft, C. A. Smith o Richard Matheson son prácticamente dioses para los escritores de la New Weird (China Miéville, Ann y Jeff Vandermeer), su Papa o santo patrono bien podría ser Dan Simmons.
Simmons ha escrito buenísimas novelas de terror, como La canción de Kali (1985) o El Terror (2007), que bastarían para darle un lugar entre los grandes.
Pero su obra más conocida es Hyperión (1989), ganadora de los premios Hugo, Locus e Ignotus. De este libro se ha dicho que es el último clásico de la CF, dicharajo inflado, pero que describe bien el impacto y el gusto provocados a raíz de su publicación.
Creación muy lograda el Alcaudón, aquel ser imposible, monstruoso, que reside en ominosas ruinas que se mueven al revés en el tiempo; dios o demonio que se pasea por las páginas del libro esperando a los protagonistas, siete peregrinos escogidos por la Iglesia del Alcaudón para hacer expiación por la humanidad. Seis de ellos morirán. El séptimo, según se dice, hará sus deseos realidad.
Otros grandes aciertos son las historias que cuentan los peregrinos sobre cómo se metieron en aquel aprieto. Cada una de ellas está escrita en un estilo distinto, según el narrador, y es un homenaje a algún subgénero o tendencia de la CF diferente (La narración de la detective Brawne Lania es ciberpunk, la del comandante Fehdmann Kasahd es un pulp de guerra al estilo de Robert A. Heinlen, etc.).

8-'La Historia de tu Vida', de Ted Chiang

La historia de tu vida. Stories of your life and others. Ted Chiang. 2002.

"Nada borra el pasado. No hay arrepentimiento, no hay expiación, y no hay perdón. 
Eso es todo, pero es suficiente."
(Ted Chiang. El comerciante y la Puerta del Alquimista)

Sólo un libro de cuentos. Y escritos por alguien que ni siquiera es un escritor profesional. O eso dice: “Ted Chiang no es un escritor de tiempo completo, trabaja como profesional informático y gesta durante meses o años un solo cuento, y se nota, la profundidad y amplitud de la visión al atacar cada uno de estos es impresionante.” (eljardindelsuenoinfinito.blogspot.mx)
Pero cada uno de esos cuentos vale por cinco o diez novelas de CF de las buenas. Y eso que -aceptémoslo-, sólo un deplorable porcentaje (de un dígito) de los libros de CF que salen al mercado son buenos. Pero entonces también aceptemos que nuestra vida es breve, tanto que ni siquiera alcanzaría para leer todos los títulos buenos de CF, así que no es tan mala la idea de devorarse estas narraciones.
En algunos de los relatos (La Torre de Babilonia, El Infierno es la Ausencia de Dios), los personajes viven dentro de mundos con leyes físicas acordes a su fe, lo que no parece hacer más agradable su existencia.
"Hillalum se preguntó qué clase de persona producía vivir en esas condiciones. ¿Cómo evitaban caer en la locura? ¿Se acababan acostumbrando a esto? ¿Acaso los niños nacidos bajo un cielo sólido gritarían si vieran el suelo bajo sus pies?" (Ted Chiang. La Torre de Babilonia). 
Comprende, Dividido entre Cero, La Historia de tu Vida, ¿Te Gusta lo que ves? (Documental), son otras historias rigurosas, imaginativas, reflexivas, eficientes y poderosas. Algunas de ellas pueden sacarnos las de cocodrilo. Todas desafían nuestra mente.


9-'La Excavación', de Andréi Platónov

La Excavación. Котлован. Andréi Platónov. 1937.

 “Qué poco se parece la vida a la literatura: La tristeza, la desesperación. En la literatura está la “nobleza”, los sentimientos ligeros, etc. La gran mentira es el punto débil de la literatura. Hasta en Pushkin y Tolstói y Dostoyevski, lo doloroso es tan sólo “fascinante”…”.
(Andréi Platónov. Diarios de notas)

Métase en una licuadora a Kafka, Chejov y Tolstoi. Añada una cucharada de cosmismo ruso, una pizca de poesía épica y otra de relato fantástico folclórico. Ponga todo a moler y lo que saldrá es mucho menos peculiar y raro que los relatos de Andréi Platónov.
Ya escribí sobre este autor en un ensayo emocionado y verborreico.
La Excavación forma parte de la literatura fantástica y de ciencia ficción que se escribió en la Europa socialista durante el siglo XX, corriente que contó con otros destacados autores como Stanislaw Lem y los Hermanos Arkadi y Boris Strugatski.
Una nueva torre de Babel será alzada en medio de la estepa rusa para dar cabida a toda la humanidad. Los personajes de la novela son los encargados de hacer la excavación para poner los cimientos de dicha construcción utópica y faraónica.
“-¡Prushevski! ¿Podrán o no los avances de la elevada ciencia hacer resucitar a los hombres que ya estén podridos?
 -No -dijo Prushevski.
-Mientes -le reprochó Záchev sin abrir los ojos-. El marxismo lo puede todo. ¿Por qué entonces yace muerto Lenin en Moscú? Está esperando a la ciencia, quiere resucitar. Hasta a Lenin le encontraría yo trabajo -informó Záchev-. ¡Le señalaría a los que deberían cobrar aún más! ¡No sé por qué, pero huelo en seguida a los cabrones!”
(Andréi Platónov. La Excavación)
Surrealismo, sátira, realismo, ciencia ficción, ¿qué carajos es este libro?
Humanos, animales y objetos, todos son huérfanos abandonados en el espacio. No hay mucha diferencia entre un humano y una yegua, ambos saben lo fácil que es para un cuerpo romperse, y lo difícil que es para un cuerpo grande morir:
“Su vida decrecía cada vez más y sólo en dos ocasiones había ésta podido volver, a la llamada del dolor y de la comida. Luego, ya no se movieron ante el heno sus fosas nasales; dos perros más comían por detrás su pata con indiferencia, pero la vida de la yegua seguía intacta: tan sólo se iba empobreciendo por lo prolongado de su miseria e, incapaz de agotarse, se iba dividiendo en partes cada vez más pequeñas”.
(La Excavación)
Una parábola que trasciende los géneros. Un clásico de la literatura moderna.

10-'Hacedor de Estrellas', de Olaf Stapledon

Hacedor de estrellas. Star maker. Olaf Stapledon. 1937.

"Toda esta historia humana, apasionada y trágica para sus criaturas, no parecía en la vida de la Galaxia sino un esfuerzo minúsculo, estéril e insignificante, que duraba sólo unos momentos. Cuando se desvaneció del todo, la multitud de sistemas planetarios seguía viviendo, con algunas víctimas ocasionales, y algún nuevo nacimiento planetario, aquí y allá entre las estrellas, y algún desastre nuevo."
(Olaf Stapledon)

Los diez títulos mencionados en esta lista marcaron en su momento nuevos caminos para la Ciencia Ficción. Pero pocos libros han influido tanto en la historia de un género literario como Hacedor de Estrellas. De él han bebido por décadas todo tipo de escritores, no sólo de CF (ahí están Borges, Virginia Wolf o Bertrand Russell), buscando inspiración y argumentos para sus propias obras.
Desde Asimov y Heinlen hasta Larry Nivel, Frank Herbert o Dan Simmons, todos ellos abordan temas que Stapledon ya había trazado.
No sólo los escritores, también varios científicos se han visto inspirados por este texto que describe la historia de la vida en el universo, en un lapso de más de dos mil millones de años.
Jorge Luis Borges escribió:
“En un estudio sobre Eureka de Poe, Valery ha observado que la cosmogonía es el más antiguo de los géneros literarios; pese a las anticipaciones de Bacon, cuya Nueva Atlántida se publicó a principio del siglo XVII, cabe afirmar que el más moderno es la fábula o fantasía de carácter científico. Es sabido que Poe abordó aisladamente los dos géneros y acaso inventó el último; Olaf Stapledon los combina, en este libro singular. Para esta exploración imaginaria del tiempo y del espacio, no recurre a vagos mecanismos inconvincentes sino a la fusión de una mente humana con otras, a una suerte de éxtasis lúcido, o (si se quiere) a una variación de cierta famosa doctrina, de los cabalistas, que suponían que en el cuerpo de un hombre pueden habitar muchas almas, como en el cuerpo de la mujer que está por ser madre. La mayoría de los colegas de Stapledon parecen arbitrarios o irresponsables; éste, en cambio, deja una impresión de sinceridad, pese a lo singular y a veces monstruoso de sus relatos. No acumula invenciones para la distracción o el estupor de quienes lo leerán; sigue y registra con honesto vigor la complejas y sombrías vicisitudes de su sueño coherente.”
La Biblia se queda cortísima, sólo habla de un mundo y de un dios. Hacedor de estrellas es la polla con cebolla.

3 comentarios:

Sarah Woods dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

¡Gracias! Sólo conocía "La máquina del tiempo" y "Hacedor de estrellas", ambos clásicos.

Kghjhg dijo...

Muy interesante recomendaría en esta lista el país de las ultimas cosas ya que me parece una propuesta distinta igual que los libros que comentas

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...